En ServiSalud SD nos basamos en las 14 necesidades de Virginia Henderson para elaborar el diagnóstico de nuestros pacientes y poder ofrecer la mejor atención posible.
Virginia Henderson fue una estadounidense que pasó su vida dedicada a la práctica e investigación de la enfermería. Desde 1950, su total dedicación dio origen a teorías y fundamentos que se aplican hasta la fecha.
En sus trabajos redefinió la enfermería en términos funcionales, incorporando principios fisiológicos y psicopatológicos, y consideró que esta cambiaría según la época; es decir, su definición no sería definitiva.
Virginia Henderson afirmaba que la enfermería era un servicio disponible las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Esto tiene bastante sentido en la actualidad, pues el personal de enfermería siempre permanece al lado del paciente para lo que necesite.
El enfoque de Henderson ha sido de gran utilidad para explicar la importancia de la independencia de la rama de enfermería respecto a otras áreas de sanidad.
Las necesidades de Virginia Henderson es una teoría o modelo que define el enfoque de la práctica de la enfermería. Busca aumentar la independencia del paciente en su recuperación para acelerar su mejoría durante su estadía en el hospital.
El modelo de Virginia Henderson hace énfasis en las necesidades humanas básicas como foco central de la práctica de la enfermería. Ha llevado a desarrollar muchos otros modelos en los que se enseña a los enfermeros a asistir a los pacientes desde el punto de vista de sus necesidades.
Según Henderson, en un inicio una enfermera debe actuar por el paciente solo cuando este no tenga conocimientos, fuerza física, voluntad o capacidad para hacer las cosas por sí solo o para llevar correctamente el tratamiento. La idea es asistir o contribuir a la mejoría del paciente hasta que él mismo pueda atenderse por sí solo. También incluye la asistencia a una persona enferma ayudando a llevarlo a una muerte tranquila y pacífica.
A continuación se explican las 14 necesidades:
1- Respirar con normalidad.
El intercambio gaseoso del cuerpo es esencial para la salud paciente y para la vida misma.
La enfermera debe familiarizarse con la función respiratoria de la persona y saber identificar los posibles inconvenientes de este proceso.
Esto incluye ayudar con las posturas correctas del cuerpo, estar atento a ruidos extraños durante la respiración y estar pendiente de las secreciones nasales y mucosidades.
También debe vigilar la frecuencia y el ritmo respiratorio, chequear que las vías no estén obstruidas, observar la temperatura y la circulación del aire de la habitación, entre otros aspectos.
2- Comer y beber adecuadamente.
Todo organismo requiere de fluidos y nutrientes para la supervivencia. La enfermera debe estar en conocimiento del tipo de dieta e hidratación, según los requerimientos nutricionales del paciente y del tratamiento mandado por el médico.
Se debe tomar en cuenta el apetito y el ánimo, los horarios y cantidades, la edad y el peso, creencias religiosas y culturales, capacidades de masticar y deglutir, entre otros.
3- Eliminación normal de desechos corporales.
Parte del correcto funcionamiento del organismo es la normal eliminación de las heces, orina, sudor, flema y menstruación.
Se debe conocer muy bien el nivel de control y efectividad del paciente con respecto a sus funciones excretoras. Este punto incluye la especial atención a la higiene de las partes íntimas.
4- Movilidad y posturas adecuadas.
Un paciente se sentirá más o menos independiente en la medida en que pueda moverse por sí solo para realizar sus actividades del día a día.
La enfermera debe ayudar a la mecánica corporal de la persona y motivarlo a realizar actividad física, ejercicios y deporte.
Al motivarlo debe tomar en cuenta las diferentes limitaciones dadas por la enfermedad particular, el tratamiento, la terapia o las deformidades del cuerpo.
5- Dormir y descansar.
El descanso es muy importante para la pronta recuperación de la persona. Todo organismo recobra fuerzas físicas y mentales mientras duerme.
El reposo tranquilo e ininterrumpido del paciente debe ser una prioridad, sobre todo en las noches.
Se debe conocer los hábitos de descanso y también las dificultades para conciliar el sueño, como sensibilidades a los ruidos, a la iluminación, a la temperatura, entre otros.
6- Vestirse y desvestirse con normalidad.
Poder seleccionar y usar la ropa que se desea también influye en el sentido de independencia de un paciente.
La vestimenta representa la identidad y personalidad, pero también protege contra los elementos y cuida la intimidad individual.
7- Mantener la temperatura del cuerpo en los rangos normales.
La temperatura normal del cuerpo está entre los 36,5 y 37 °C. La enfermera debe estar consciente de los factores que influyen en que el paciente tenga frío o calor.
La termorregulación del organismo siempre va acompañada de los cambios de ropa, el uso de sábanas y cobijas, la apertura de ventanas y puertas, beber agua, el uso de ventiladores o aires acondicionados y hasta la toma de una ducha.
8- Mantener una buena higiene corporal.
La manera como se vea, sienta y huela el cuerpo del paciente son signos externos de su higiene.
Este factor no solo es una manifestación fisiológica; en la enfermería también es considerado un factor con mucho valor psicológico.
Al bañar a una persona, la enfermera debe considerar la frecuencia de la limpieza del cuerpo, los medios y utensilios que se utilicen, el nivel de movilidad e independencia del paciente, entre otros factores.
9- Evitar los peligros en el entorno y evitar poner en peligro a otros.
Es importante que se conozca y evalúe muy bien si el paciente puede dejarse solo por mucho tiempo, con la suficiente confianza de que no vaya a lastimarse al moverse o al intentar realizar actividades, ni tampoco comprometer la seguridad de los demás.
10- Comunicar emociones, necesidades, temores y opiniones.
La enfermera debe ser capaz de promover y motivar la comunicación sana y adecuada del paciente, para ayudar a su equilibrio emocional.
Es importante que la persona se mantenga en interacción social con los demás para garantizar también la salud mental.
11- Actuar o reaccionar de acuerdo con las propias creencias.
Se debe respetar los valores y creencias particulares del paciente. Con base a estos toma sus decisiones y ejerce ciertas acciones o pensamientos.
La cultura y religión forman parte de la identidad de la persona. Este factor casi siempre influye en la actitud frente a la muerte.
12- Desarrollarse de manera que exista un sentido de logro.
Es importante que la enfermera promueva en el paciente el alcance de metas y logros con su propio esfuerzo.
Si un paciente se siente productivo y útil tendrá un sentido de realización personal que le influirá en su autoestima y salud mental.
13- Participar en actividades recreativas o juegos.
La salud del cuerpo y de la mente también se logra con actividades que entretengan al paciente.
La enfermera debe conocer los gustos e intereses de la persona y motivarlo a que participe en actividades que sean motivadoras.
14- Aprender, descubrir o satisfacer la curiosidad personal.
Este punto es similar al anterior, pero se basa en el sentido de la productividad mental de la persona al momento de adquirir conocimientos nuevos.
Mantener al paciente desarrollando habilidades, destrezas y conocimientos es favorable para la salud.
En el caso de pacientes niños o jóvenes, es importante que mantengan activos sus estudios académicos en la medida de lo posible.